Alto rendimiento ejecutivo
Dirigir, planificar, coordinar, supervisar, liderar o crear un buen ambiente de trabajo son algunos de los retos a los que se enfrentan diariamente los altos directivos, hombres y mujeres en sus profesiones
Nuestro cerebro tiene la capacidad de convertir el estrés en eutrés o estrés positivo que impulsa nuestra motivación y habilidades en vez de sufrirlo como estrés negativo o distrés que nos debilita y enferma.
Las profesiones que implican grandes responsabilidades y se desarrollan en entornos exigentes necesitan un manejo óptimo de la presión y las adversidades para no caer en patrones de estrés, cansancio, burn-out y desmotivación.

Beneficios del entrenamiento
- Serenidad frente a lo adverso
- Concentración
- Claridad de ideas
- Agilidad mental
- Memoria
- Atención sostenida
- Toma de decisiones
- Planificación del tiempo
- Organización
- Productividad
- Aprendizaje de otros idiomas
- Gestión del estrés y otras emociones
- Motivación
- Asertividad
- Sueño reparador
¿Qué consigue el entrenamiento?
¿Qué ocurre en nuestro cerebro para llegar a un alto rendimiento ejecutivo?
El alto rendimiento implica dos cosas. En primer lugar, tener un alto nivel de concentración, planificación, organización y desempeño de tareas. Esto se corresponde con niveles altos de la frecuencia de onda cerebral Beta en áreas prefrontales izquierdas, principalmente.
En segundo lugar, se necesita que el cerebro encuentre momentos de reparo u “oxigenación mental”, a fin de mantener dichas capacidades largos periodos de tiempo y potenciarlas. Esto se corresponde con niveles óptimos de la frecuencia de onda Alfa, tanto en áreas cerebrales izquierdas como derechas.
Oscilando entre ambos estados, además de conseguir que nuestras capacidades lleguen a su máximo rendimiento, nos mantenemos en él a la vez que nos sentimos muy eficientes y en calma.