El cerebro está dividido en dos hemisferios. Estos hemisferios no solo están separados anatómicamente, sino que realizan funciones distintas.
El hemisferio derecho es emocional, experiencial y autobiográfico.
Es el hemisferio que está más conectado con nuestro cuerpo.
Nos permite enviar señales e interpretar las que recibimos de los otros (tono de voz, expresiones faciales, gestos) y del entorno.
Nos ayuda a generar recuerdos autobiográficos con contenido emocional.
Sin embargo, el hemisferio izquierdo se encarga de la parte verbal de la comunicación. Nos permite tener una conversación hablada, leer y escribir.
Además, nos ayuda a resolver problemas, a hacer cálculos y a razonar. El hemisferio izquierdo es verbal, analítico y matemático.
Pese a que cada hemisferio está especializado en distintos ámbitos, ambos hemisferios se complementan entre sí y son dependientes el uno del otro para conseguir un buen equilibrio cerebral.
¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a conectar ambos hemisferios cerebrales para conseguir un buen equilibrio mental?
Durante la infancia, sobre todo durante los primeros 3 años de vida, el hemisferio que predomina es el derecho.
Los niños pequeños viven las emociones con mucha intensidad y, sin embargo, les resulta muy difícil encontrar el significado lógico de cómo se están sintiendo y explicarlo con palabras.
No es hasta que comienzan a preguntar constantemente “¿por qué?”, que se empieza a activar su hemisferio izquierdo.
Por lo tanto, es importante saber que cuando un niño está alterado, ya sea porque está triste o enfadado, la lógica del hemisferio izquierdo no suele surgir efecto hasta que no hayamos respondido a las necesidades emocionales del hemisferio derecho.
Por ejemplo, si un niño se levanta de la mesa gritando “¡no me queréis!” porque su hermano tiene regalos por ser su cumpleaños y él no, decirle “no tienes regalos porque hoy no es tu cumpleaños, vuelve a la mesa” no ayudará al pequeño a calmarse sino que sentirá que sus padres no le entienden y posiblemente se alteré todavía más.
Cuando es el hemisferio derecho del niño el que predomina, como en este caso, debemos responder también desde nuestro hemisferio derecho, es decir, utilizando la expresión facial, el tono de voz, el contacto físico y las emociones.
Una respuesta ajustada podría haber sido acercarnos al pequeño, ponernos a su altura, apoyar nuestra mano sobre su hombro y decirle con un tono de voz cariñoso “entiendo que no recibir un regalo te haya podido hacer pensar que no te queremos, pero quiero que sepas que te queremos mucho, eres muy importante para nosotros”.
Una vez hemos conseguido calmar al hemisferio derecho, entonces podemos introducir la lógica del izquierdo.
Cuando percibimos que el pequeño está tranquilo y reconfortado, podemos decirle “tu hermano tiene regalos hoy porque es su cumpleaños, ¿te acuerdas de cuándo es tu cumpleaños?, ese día tú tendrás regalos, ¿has pensado qué te haría ilusión?, piénsalo y me lo dices, ahora ¿vamos a ver si a tu hermano le gustan los suyos?”.
Siguiendo estos pasos, conseguiremos redirigir mucho antes al niño de nuevo a la mesa.
Es importante no confundir estos pasos con la permisividad parental. Las conductas que se consideren inadecuadas en la familia, como insultar o pegar, deben seguir considerándose prohibidas.
En estas situaciones, es mejor interrumpir la conducta o apartar al niño de la situación antes de conectar con el hemisferio derecho y redirigir con el izquierdo.
Conviene calmar al niño antes de hablar con él de las consecuencias de su mala conducta, ya que es más fácil aprender desde la calma emocional.
En Mindstudio ayudamos a niños desde los 3 años a calmar su hemisferio derecho, regulando de una forma cómoda y divertida su mundo emocional.
Además, favorecemos el desarrollo del hemisferio izquierdo, ayudándoles a conectar más fácilmente con la razón ante situaciones de mucha intensidad emocional.
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