Ante situaciones extremas o emocionalmente muy intensas, es común que nos quedemos sin habla, mudos y paralizados.
Incluso tiempo después, si lo que hemos vivido ha sido una situación traumatizante, nos cuesta enormemente hablar de ello.
Nuestro cuerpo vive el miedo, la rabia y la impotencia pero estos sentimientos son imposibles de articular. El trauma nos lleva al límite de la comprensión, desarticulando el lenguaje.
Por qué nos cuesta hablar en el trauma
Cuando vivimos una situación traumante, hay una importante disminución en un área del cerebro Ilamada Área de Broca.
Es la encargada de que podamos expresar ideas y sentimientos. Así mismo, se activan áreas visuales concretas.
Esta combinación, junto con otras estructuras, es la responsable de que los traumas activen el organismo para reaccionar ante el peligro, volviendo a recrearlos visualmente, y haciendo que sean una sensación incontrolable de angustia porque el cerebro no puede organizarlo, solo sentirlo.
Este es el origen de los conocidos flashbacks y la explicación de por qué es relevante poder hablar de estas situaciones… y es que sólo así las hacemos controlables.